Hablemos de Larra

Mariano José de Larra y Sánchez de Castro (1809 - 1837) , conocido popularmente como Larra o como Fígaro, fue uno de los máximos representantes de Romanticismo español y un destacado periodista, político y escritor. 
Por desgracia se suicido a los veintisiete años de un disparo en la cabeza. Una de las mejores voces periodísticas que hemos tenido no pudo soportar ver como su país decaía sin remedio y el era censurado constantemente. 


En este apartado comentaré seis artículos suyos, que se sitúan en distintas épocas de su vida y con los que se puede apreciar como su actitud optimista va decayendo hasta su trágico final. 

Los seis que he elegido son:
- El casarse pronto y mal
- Yo quiero ser cómico
- Un reo de muerte
- La vida en Madrid
- Literatura
- El día de los difuntos de 1836

El casarse pronto y mal
Este articulo me ha gustado especialmente porque critica ese amor pasional y descerebrado de los jóvenes que tanto odio. Esa perdida de sentido común que parece que tienen cuando se enamoran y piensan que el cuerpo humano se sustenta de pasión (cualquiera pensaría que tengo 70 años y no 18). 
En este articulo Larra nos cuenta la desgraciada vida que ha tenido su sobrino por dejarse llevar por esa pasión. Su sobrino era un joven con educación ilustrada, muy bueno para debatir, pero malo para trabajar. Es algo que se refleja perfectamente en este fragmento, en el que su sobrino habla con el padre de su enamorada. 

"- Para casarme con ella
- Pero no tiene usted empleo ni carrera
- Eso es cuenta mía
- Sus padres de usted no consentirán... "

Ella, por mucho que el padre se queje, tampoco sabe hacer nada. Canta, baila y es muy mona, pero no tiene oficio ni beneficio. Esa combinación se ve venir que no va a salir bien, pero los dos se amparan en que sus padres son unos tiranos regidos por normas sociales anticuadas y que no les dejan libertad. Cierto es que no quieren que se casen por la diferencia de clase, pero tampoco vendría mal hacer un poco de caso a los consejos de los padres.
Al final (como era de esperar, sinceramente) se escapan y se casan, acaban en la ruina ayudados por un amigo, con el que luego ella le pone los cuernos a su marido. El sobrino va a por ellos, mata al amigo y ella se cae por una ventana huyendo. Su marido, después del crimen, escribe una carta a su madre y se suicida, dejando a los tres niños que habían tenido solos. Puede que en este caso tenga un tinte muy trágico, pero era muy difícil que acabara bien.

No me malinterpretéis, está muy bien casarse por amor y no deberías estar jamás con alguien a quien no quieres, pero hay que ser realistas. Aprende a ser independiente, consigue un trabajo que te mantenga bien y un hogar en el que vivir antes de abandonar a tus padres. Se aplica en esa época y en la nuestra, primero independiente y luego enamorado. 


Yo quiero ser cómico
Este articulo me ha parecido al mas descabellado con diferencia. En él, un admirador de Larra va a verle y a explicarle que quiere ser cómico. Larra comienza preguntarle que sabe o que ha estudiado, y el cómico no sabe nada nunca. Es un dialogo completamente absurdo que ocupa prácticamente todo el artículo, para concluir que, como no sabe nada, es perfecto para ser cómico.

Este efecto, que coge una situación y la hace cada vez más descabellada, se le conoce como "Bola de nieve". Empiezas con una tontería que te saca una sonrisa, continúan con la conversación y te das cuenta de que ese cómico no tiene ni idea de la historia de la comedia, y para colmo, en vez de decirle que no está cualificado, se levanta contento y le da un abrazo, haciendo que al lector se le escape una risa. 

Un reo de muerte
En este artículo, Larra nos muestra su desagrado tras empezar a ser censurado debido a los cambios políticos. Critica que realicen cambios de orden, que quieran cambiar la estructura social, cuando es el propio pueblo el que debería cambiarla en un proceso natural. No ser obligados por unos políticos a cambiar su forma de vida. "Yo nunca alteraré el orden probablemente, porque nunca tendré la locura de creerme por mi solo más fuerte que él", expresó Larra en su escrito. Las costumbres cambian con el tiempo, poco a poco y lentamente porque, queramos o no, es difícil deshacerse de algo que está tan arraigado. 

En este momento, a pesar de su crítica, podemos ver como asegura "la esperanza es precisamente lo único que nunca me abandona". Sí, ve que su país no está del todo bien y que la censura empieza a crecer, pero mantiene la esperanza de que las cosas puedan mejorar. Es un Larra muy optimista a pesar e los tintes lúgubres del artículo.

Por desgracia, en la época de Larra, los cambios de gobierno se producen de formas agresivas. "¡Siempre bayonetas en todas partes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas?" clama en en artículo, mientras el Reo o acusado es dirigido al patíbulo para ser juzgado. En un momento, tras el sonido de las campanas, ha dejado de existir y todo el mundo vuelve a su vida como si un hombre no acabara de morir. 


La vida en Madrid
Dejando salir un poco mi vena castiza, he de admitir que solo elegí este artículo porque salía Madrid en el título. Sí, soy de Madrid y quiero mucho a mi ciudad y mi comunidad, así que cualquier obra que tenga su nombre la leeré muy a gusto.

En este articulo, Larra tiene un compañeros de paseo mientras recorre las calles de esta gran ciudad. Nuestro autor vuelve a plasmar su crítica a la situación de censura, alegando que escribe lo que otros quieren oír y no lo que ha él le gusta. 

"Soy periodista, paso la mayor parte del tiempo, como todo escritor público, en escribir lo que no pienso y en hacer creer a los demás lo que no creo"

Sin embargo, su compañero parece que se pasa el día sin hacer gran cosa. Suele madrugar, lee el periódico, que le parece todos los días igual y una pérdida de tiempo, sale a dar una vuelta a San Jerónimo, se cruza con amigos, visita a otros tantos... Una vida monótona de un noble español, aburrida y repetitiva. 


Literatura
Este es una artículo que debíamos leernos obligatoriamente, pero yo lo hubiera escogido igual porque adoro a todo aquel que me hable de la literatura. En este escrito, Larra hace un recorrido por la historia de la literatura española, argumentando que nuestra única época buena no fue el Siglo de Oro. 

Hubo gran literatura después también, pero pecamos (nunca mejor dicho) de atenernos a la censura y la religión cunado el Francia se dio la Ilustración. En vez de aprender, les despreciamos, y en vez de valorar a los ilustrados que tuvimos aquí, les llamaron afrancesados y les echaron del país. 

No es que Larra fuera un gran admirador de Napoleón, de hecho tiene una cita que le describe sin mucho cariño:

"A una nación que parecía haber sacudido para siempre toda especie de tiranos por medio de la más sangrienta Revolución, si la hemos visto, decimos, coronar a un nuevo déspota, que no necesito para ceñirse con una mano la corona imperial sino alargar con la otra a los republicanos más ardientes laureles perecederos y el oropel de una pasajera conquista"

Se observa que no era santo de su devoción, pero esto no significa rechazar las ideas Ilustradas que tanto avance trajeron a Europa y que a España casi no llegaron por la cabezonería de nuestros gobernantes. 

Aquí lo que se mantuvo fue una literatura de consumo, enfocada al placer y a la diversión, pero no a educar a al sociedad. Se "llenaron muchos tomos sin llegar a hacer un solo libre" explica muy bien Larra. En otros países se enriqueció la lengua y la literatura al añadir ideas extranjeras, pero nuestro país se quedó estacionada en el rechazo a lo nuevo. 

Larra en este articulo es mucho más ilustrado que romántico, defiende la libertad como divisa numero uno de la época y argumenta que lo que importa no es quién los escriba o el género que escriba, sino que la obra tenga un significado didáctico y no solamente ocioso. 


El día de los difuntos de 1836
Llegamos al último artículo, escrito un año antes de su suicidio. La crítica ya ha pasado a ser un resentimiento, que le carcome poco a poco. Está sumido en una melancolía barroca que le consumen (probablemente tendría algún tipo de depresión, pero queda mejor llamarlo "melancolía"). Él mismo, de hecho, define su estado como melancólico.

Una de las visiones más curiosos para hacer este artículo es la de la Vía Crucis, un recorrido en serie deteniéndote en lugares concretos. En este caso, Larra narra como salió por la calles de Madrid y todo le parecía un cementerio. Los Ministerios, La Imprenta nacional, Correos, la Puerta del Sol, los teatros... son algunos de los pocos lugares que recorre el autor, sumido cada vez más en su tristeza.

No solo recorre las calles, sino que le grita a la gente. Los llama necios y considera que están muertos, que la ciudad esta muerta, que el país está muerto. Crítica que vayan a visitarles en ese Día de los Difuntos, porque los muerto son los que están en paz y los vivos los que sufren. Ningún jurados les juzga y ningún gobierno les censura. Esto, obviamente, es un reflejo de lo que sentía el autor, que estaba en una cárcel, que estaba en un cementerio.

¿Recordáis la frase de la esperanza del tercer artículo?, pues así termina este:

"¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. ¿Quién a muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!"

Hasta aquí llega el apartado sobre Larra, que he disfrutado tanto de leerlo como de escribir sobre él. Todos los artículos los he sacado de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Por aquí dejo el enlace para que podáis disfrutar también de esta gran figura de la literatura. 






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